diumenge, 17 de gener del 2010

TONTO

Tontísimo.
No soy nada tonto.
Usted es un gran tonto y un malo.
No lo soy en absoluto.
Sí que lo es.
Entonces yo a usted le estropeaba su jardín.
Mi jardín es lindo y usted no me lo estropea.
Sí, yo le mandaba muchísimos animalitos.
No me importa.
Primero le mandaba todos los topos.
Sus topos son tontos.
Tres marmotas.
Tampoco me importa.
Varios lirones.
Usted es un malo.
Y todos los puercoespines.
Mi jardín es mío y no lo toca nadie.
Su jardín es suyo, pero yo le mando los animalitos.
A mí esos animalitos no me importan y mi jardín está bien defendido.
No está defendido y mis animalitos le comerán todas las flores.
No.
Los topos le comerán las raíces.
Sus topos son malos y tontos.
Y las marmotas harán pis contra los rosales.
Sus marmotas son malolientes y estúpidas.
Usted habló mal de las tres marmotas.
Porque son estúpidas.
Entonces yo le mandaba todas las marmotas en vez de solamente tres.
Lo mismo todas son estúpidas.
Y todos los lirones.
No me importa.
Ahora salga de su jardín y verá lo que le han hecho mis animalitos.
Usted es tonto y malo.
¿De verdad soy tonto y malo?
Usted no es malo pero es tonto.
Entonces retiro tres puercoespines.
No me importa.
¿Soy tonto?
No, no es tonto.
Entonces retiro todos los lirones y un topo.
Cualquier cosa que retire me da igual.
Para que vea lo bueno que soy retiro todos los animalitos.
Usted es malo.
¿De manera que soy malo?
Es malo y tontísimo.
Entonces dos topos.
No me importa.
Todos los puercoespines.

Antònia Font

dissabte, 16 de gener del 2010

Etapes vitals.


Este otoño cumpliré setenta y dos años y, aunque me queda el consuelo de que no los aparento, cada uno de ellos me pesa como una losa a la espalda. La edad te hace ver ciertas cosas. Por ejemplo, ahora sé que la vida de un hombre se divide básicamente en tres períodos. En el primero, uno ni siquiera piensa que envejecerá, ni que el tiempo pasa ni que, desde el primer día, cuando nacemos, caminamos hacia un único fin. Pasada la primera juventud, empieza el segundo período, en el que uno se da cuenta de la fragilidad de la propia vida y lo que en un principio es una simple inquietud va creciendo en el interior como un mar de dudas e incertidumbres que te acompañan durante el resto de tus días. Por último, al final de la vida, se abre el tercer período, el de la aceptación de la realidad y, consecuentemente, la resignación y la espera. A lo largo de mi existencia he conocido a muchas personas personas que se quedaron ancladas en alguno de esos estadios y nunca lograron superarlos. Es algo terrible.

Ése es un camino que cada uno de nosotros debe aprender a recorrer en solitario.

Si todos fuésemos capaces de comprender al inicio de nuestra vida esto que parece tan simple, buena parte de las miserias y penas de este mundo no llegaría a producirse jamás. Pero, y ésa es una de las grandes paradojas del universo, sólo se nos concede esa gracia cuando ya es demasiado tarde. Fin de la lección.



(El Príncipe de la Niebla, Carlos Ruiz Zafón)





...Tal vegada el secret de la vida no es trobi en mantenir la joventut fins a la mort sinó en sentir-nos, senzillament, vius, fins que decidim començar de nou.